Deja que mis ojos
de tigre contemplen,
Fijamente tu hermoso
cuerpo resbaladizo.
Deja que al acariciarme,
mis poros tiemblen,
No me señales tu
boca, déjame, yo la localizo.
Deja que mis
manos acaricien suavemente,
Tu piel dorada
por el sol, que te sigue cual romance.
Deja que te
susurre lo mucho que arde mi mente,
Al sentir que tus
labios están a mi alcance.
Déjame, que te
manifieste a viva voz mi deseo,
De mezclarnos en
uno solo, sin tapujos.
Déjame, que todos
los días sea tu Romeo,
Y cada noche te
dé de beber de mi embrujo.
Yo me dejo, me
dejo absorber por tu mirada,
Donde tus
destellos me atrapan con locura,
Dejando al
descubierto mi alma apasionada,
Impaciente por hacerte perder la cordura.